miércoles, 30 de septiembre de 2015

Los del plebiscito cuentan escaños, los de las elecciones cuentan votos



 (Gráfico del diario digital Público)


La democracia es así, tiene sus cosas. Los votos de unos valen más que los de otros, hacer consultas no vinculantes puede estar prohibido… ¿Qué ocurre cuando la democracia se enfrenta a la voluntad del pueblo? Porque lo que es indudable es que la mayoría de los catalanes quieren ser consultados, ya sea para votar sí o para votar no. Es todo lo que queda claro, eso y que quieren un cambio, sea independencia u otro cambio de relación con el estado español, pero cambio, el resto de estas elecciones catalanas es discutible.
Suelo decir que, cuando la democracia funciona, funciona de rebote. Por ejemplo se vio cuando se prohibieron las corridas de toros en Cataluña, cosa que quería la mayoría de la población, pero sólo fue posible gracias a la vinculación política de partidos en busca de un encontronazo con la "cultura" española, más que en relación a la defensa de los animales, muy arraigada en esta comunidad a pesar de ciertas fiestas populares.


¿Quién ha ganado estas elecciones?

La pregunta tiene tela, porque primero tendremos que saber qué clase de elecciones eran estas, y eso no lo saben ni los votantes, ni se ponen de acuerdo en ello los políticos.
Siendo exactos, los ganadores de las elecciones han sido los del Junts pel sí. Indudablemente. En escaños, que es lo que "vale" en las elecciones autonómicas, ha ganado con una amplísima mayoría, aunque no absoluta.

Por otro lado, las fuerzas de Ciudadanos (liberal) y CUP (anticapitalista) han aumentado su representación institucional con gran fuerza.

En cualquier caso, se pone en evidencia que, siguiendo las reglas del juego (escaños) la mayoría de la población quiere romper las reglas del juego. Qué ironía ¿eh? La voluntad del pueblo contra la democracia.


¿Y el supuesto plebiscito? ¿Quién lo ha ganado?


Pues lo cierto es que no lo sabemos.  Y eso es debido a que no ha habido un plebiscito. Es complicado hacer cálculos. Dado que eran elecciones y no un referendum vinculante, algunos que han votado Junts pel sí quieren simplemente una fuerza agresiva con la que negociar con el estado Español una integración con distintas reglas, mientras que otros que han votado a otras fuerzas pueden querer o no la independencia, sólo sabemos que quieren referendum vinculante, como es el caso de Catalunya sí que es pot, y posiblemente de Unió.


¿Qué es lo que sí tenemos claro?


Tenemos claro que los votantes por el no (PP, PSOE y Ciudadanos) son contrarios a la independencia. Esto son el  8,55% ; 12,7% y 17,9% de los votos respectivamente. Es decir, el  39,15% de la población Catalana. ¿Puede haber más? Sí, pero tenemos un mínimo. Como poco, ese 39,15% no quiere independizarse pero, cuidado, no olvidemos que la apuesta del PSOE ha sido federalista, así que eso no significa que quieran mantener el status quo.

La posición de Ciudadanos tampoco es inmovilista, pero sí meramente económica en el cambio.

Es decir, que los únicos que no quieren un cambio del status quo en tema político son los votantes de Ciudadanos y PP, y en cuestión económica el PP se queda solo.

Es decir, que cerca de un 75% de la población catalana quiere un cambio político más o menos contundente.


¿Quién ha perdido en estas elecciones?


Los catalanes seguro. Pero vamos a hablar de partidos. El PP se ha desplomado y la razón es obvia: Ciudadanos tenía una propuesta políticamente centralista y compatible por tanto con el nacionalismo español, y a la vez un cambio favorable económicamente, de modo que los derechistas liberales de Cataluña han tenido una elección bien fácil.

Luego están los partidos que se han mantenido fuera de la polarización, proponiendo un referendum, una declaración de independencia consensuada o directamente no posicionándose en este tema, central en estas elecciones.

Es el caso de Catalunya sí que es Pot (Podemos, ICV, EQUO), que querían un referendum con garantías y que han sufrido, además, un escape de votos hacia las CUP, que tiene un discurso de la misma orientación pero mucho más contundente. Mientras que Podemos se ha diluido en su discurso de izquierdas y ha sufrido el desgaste de aliarse con partidos clásicos, la CUP ha llegado con mucha más fuerza y coherencia. El posicionamiento político independentista ha llevado a muchos a votar directamente a las CUP. Y además, si tienes dos fuerzas que defienden los derechos sociales por encima de todo, votas a los de "aquí", que conocerán mejor los problemas de la región.

La debacle de Unió es evidente: Su renuncia a seguir con Mas le ha salido cara, especialmente dado el tiempo que estos partidos llevaban presentándose en coalición, y lo ha empeorado su posicionamiento tibio en el tema independentista.


¿Qué conclusiones podemos sacar verdaderamente en claro?


1. Una inmensa mayoría de catalanes quieren cambiar el status quo político con España.

2. Una gran cantidad de catalanes quieren la independencia y una gran cantidad de catalanes no. Para dilucidar quién es mayoría hace falta un verdadero referendum de pregunta clara, sea o no vinculante.

3. Hay un problema con una gran cantidad de catalanes que difícilmente podrá resolverse con las reglas de juego actuales.


¿Y ahora qué va a pasar?


El panorama se presenta incierto. Ya sólo por el lado catalán, las CUP, que no han querido unirse a la fuerza mayoritaria y se han declarado en contra de su candidato, tiene que votar sí o no a ese candidato, y en caso de que voten repetidas veces que no, habrá nuevas elecciones. Por su parte, Junts pel sí, para conseguir el apoyo de la CUP, tendría que plantearse cambiar a un candidato que parece próximo a ser beatificado por los independentistas debido a que el estado español le ha imputado como castigo por realizar una consulta sobre la independencia.

Los partidos centralistas tampoco tienen muchas posibilidades de unirse para gobernar, teniendo en cuenta que Catanya sí que es Pot, es pro-consulta, PSC federalista y necesitarían a las CUP que es independentista y el apoyo de PP y Ciudadanos (es decir, poner de acuerdo a todas, pero todas, las otras opciones políticas que no son Junts pel sí). Vamos, un imposible.

Por el lado del estado español, Rajoy se empeña en convertir a Mas en mártir, lo que no hará si no enfurecer no solo a independentistas si no a la mayoría pro-consulta. Pero los inciertos resultados en las próximas (y muy próximas están) elecciones generales tampoco ayuda a dar estabilidad. Un gobierno de derechas (Coalición PP y Ciudadanos) mantendría el frente abierto, mientras que un gobierno, digamos moderado (PP y PSOE, PSOE y Ciudadanos) probablemente llevaría a un intento de solución poco claro, quizás federalista, y un gobierno de "izquierdas" (PSOE y PODEMOS) podría llevar del federalismo a la consulta.



En definitiva, estas elecciones no nos han aclarado nada de nada, pero presentan un interesante panorama, difícil de predecir, para un futuro próximo.

martes, 1 de septiembre de 2015

Sólo otro niño muerto


Hace unos días vi la fotografía de un niño migrante (la razón de la migración, si era refugiado o "ilegal", me da lo mismo) muerto en la arena. Aún llevaba puesto el pañal. Parecía dormido. Lo único que se me ocurrió pensar fue… que el pobre ya no tendría que sufrir más. Qué pensamiento tan triste, qué idea tan horrible que este infanticidio premeditado por parte de los estados ricos del mundo quede como un número más en la lista de daños colaterales de las fronteras, la avaricia y el egoísmo.

Qué deshumanizada humanidad la nuestra, qué vergonzante comportamiento, qué desfachatez de indiferencia social. Cuánto nos queda aún por recorrer, por aprender. Mientras una minoría grita de indignación, la mayoría silenciosa asiente con cara de pena a esas víboras que dicen con falsa decencia que "por desgracia, aquí no caben todos". Pero mientras el borrego se limita a escuchar eso y sumirse en la deliberada ignorancia mirando para otro lado, aquellos creadores de opinión que añaden la lástima a su discurso genocida conocen por completo lo que ocurre, y por eso su falta, aunque menos común, es si cabe más deplorable, vomitiva. La insidiosa forma de dirigirse al público y a los que observan entre la incredulidad y la desesperación lo que ocurre, una forma que raya lo paternalista, no es más que un burdo disfraz para su monstruoso discurso.

Y he usado debidamente la palabra genocidio. Un genocidio cómplice entre varios estados, que condenan al sufrimiento, muerte y extermino a los de otras nacionalidades. Excepto, claro está, aquellos con dinero, que son los únicos que tienen libertad de movimiento en un mundo "globalizado" donde cualquier gran empresario puede mudarse en busca de trabajadores más desesperados para explotar o por simples vacaciones, pero un pobre no puede cruzar una frontera ni para buscar un trabajo ni para evitar la muerte de su familia. ¿Hipocresía dónde?

Ya no es que sea falta de memoria. Nuestros jóvenes emigran y son despreciados en países como Alemania o Reino Unido ahora mismo, pero seguimos en nuestro pedestal de primer mundo. Los malos, incultos, ladrones y, en fin, inferiores, son los otros. Esa doble vara de medir que levantamos a favor de los nuestros denota nuestra falta de visión, nuestra ignorancia y nuestro egocentrismo.

Y aún así, lo peor de todo no es que no hayamos puesto el grito en el cielo hasta que esta desdichada multitud ha golpeado desesperada las puertas de Europa. No, lo peor es que asumiremos un número de refugiados para calmar nuestra conciencia, del mismo modo que un rico le echa una moneda a un pordiosero para sentirse mejor, y luego olvidaremos a todas aquellas almas que aún están luchando día y noche por el fin de la guerra, el terrorismo y la muerte en sus países de origen.

Volveremos a nuestros vicios y a nuestras nimiedades, a nuestro enfado por la lentitud de internet o la programación aburrida. Cambiaremos de canal o bajaremos el volumen de las noticias para no oír más porque ya hemos hecho "lo que hemos podido". Dejaremos que la banalidad se coma nuestra conciencia una vez más. Pero necesitamos un cambio real, justo, decente y taxativo, porque por taparnos los ojos el mundo no va a dejar de girar.