viernes, 25 de noviembre de 2016

Mis respetos a la muerta

Los muertos son así, aburridos. No saltan cuando los pinchas, no sienten culpa ni dolor ni rabia. Por eso a los muertos hay que dejarlos en paz. Además, si ya te has muerto, no puedes recibir tu merecido, bueno o malo. A no ser que el lector sea creyente, en cuyo caso, toma, una piruleta.


En la otra vida te doy la de verdad, apúntamela.

A los muertos se les debe eso, dejarlos en paz. Pero amigo, aquí nos encontramos con una cosa muy distinta: el respeto. Y yo respeto a los muertos ¿eh? No voy a ir a orinarme en la tumba de alguien durante su funeral mientras me marco un baile, pero de ahí a que no se le pueda criticar nada a esta señora porque “está muerta”… ¡Joder! A ver si diferenciamos entre muertos y santos. Los primeros son los que ya no están vivos y los segundos son los que no existen.

A nadie se le ocurriría decir que no vamos a criticar a Hitler, Mussolini o Franco porque oye, es que están muertos. La muerte no exime de culpa.

Y ahora saltarán los de siempre: “¿Y el respeto a las familias dónde queda?”. Pues ni zorra. Ni me importa. Yo no me he metido con los familiares de esta señora y el hecho de criticarla, e incluso de insultarla, no es una falta de respeto a ellos, sino a la susodicha. Que además ya ni siente ni padece, así que lo mismo da.

El respeto es algo universal, que ha de tenerse, por así decirlo, “de serie” hacia todo el mundo. Luego hay gente que se gana el respeto con creces y gente que lo pierde por ser despreciable. Y aquí esta señora entra en el segundo grupo para gran cantidad de personas que vieron cómo se burlaba de las victimas de metro, después de ocultar uno de los mayores accidentes europeos en este ámbito, cómo dilapidaba el dinero, se vendía por bolsos caros, no aparecía por su trabajo pagado con dinero público, se negaba a que la juzgara el tribunal que juzga al pueblo llano y un larguíííííísimo etc.

Esta señora se ha ganado el desprecio de muchos, y ese deprecio perdura, viva o muerta.

Y como se ha muerto de un infarto (que es lo más habitual a esa edad) ahora resulta que la hemos matado sus críticos. ¡Qué piel tan fina tienen algunos, oiga! No se va a poder acusar a nadie de corrupción, aún cuando está corroborada tal acusación por medios policiales y judiciales… ¡Porque igual se nos muere! ¡Y tenemos que cargar con ello en nuestra conciencia!

El ministro de justicia dice que sin pruebas, a pesar de que por las pruebas la imputó… sí, la justicia

¡Almas cándidas! Después de la excusa del “mi marido es el que llevaba esto y yo firmé por amor” llega el “no me imputes que me muero”. Yo me apunto a esta moda. Cuando por la ley mordaza me llamen a declarar al leer este artículo, diré: “No puede imputarme, señoría, que hay pruebas fehacientes de que ello puede matarte. ¡Me está condenando a muerte señor/a juez/a!”.

Esta mujer me mata

Quiero recordar, así por si a alguien se le había olvidado en la vorágine de todo este sinsentido, que el PP está intentando aprobar una ley para fortalecer la “protección del honor” (jajajajaja, so great) y que toda esta polémica le viene genial.

Pero aquí no acaba el cuento, amigos. Después de culpar a prensa, tuiteros, oposición y demás, de ser unos seres sin corazón asesinos de ancianas en hoteles de lujo, los medios de comunicación contraatacan: No fueron ellos, fue el PP quien la mató.

¡Claro que sí, campeones! Ante una gran estupidez, soltemos otra, por favor. Que no decaiga.

Porque ahora los partidos no deberían dar de lado a los que se ven salpicados de hundidos en la corrupción, porque igual ¡se mueren! Vamos a echar en cara al partido que la diera de lado (así de medio lado, porque bien que Marianico el corto la puso en la permanente en el senado) para sacudirnos esta mierda que nos han lanzado. Y así, en pelea de barro, observo pasmada cómo se echan mierda unos a otros.

El otro día Fernando Berlín decía algo como: “Calmémonos un poco para ver esto. Hay que ir a lo que provocó ambas cosas, tanto que la echaran del partido como el que tuviera sobre ella el foco mediático. Y eso fue la corrupción”.

¡Algo de cordura, al fin!

Una señora se enfanga en corrupción, con el partido imputado en valencia, y la culpa la tienen los medios por decirlo, los tuiteros por hacer crítica humorística, los políticos por atacarla, su partido por echarla… ¡La culpa es de ella! No te jode, que no se meta en esas mierdas. Porque, incluso siendo buenos (buenistas, más bien, que diría mi odiado Marhuender) y pensando que no se llevó un duro y ni siquiera financió ilegalmente el partido, incluso así, habría pecado de hacer la vista gorda, de no vigilar, de no asegurarse de poner en buenas manos las cuentas. Eso por no mencionar la larga ristra de otras cosas que esta señora (¡oh, infame señora!) arrastraba consigo.

Así que, con todos mis respetos, váyanse a la mierda. Y a esta señora sólo la deseo que descanse en "paz"… ¡en tanta paz como tranquilidad deja!