lunes, 4 de abril de 2016

La superioridad de la élite intelectual


Somos tontos. Por lo menos, los pobres e incultos. Uno de los problemas es ese, que no sabemos la diferencia entre "inculto" y "tonto". De esta confusión deducimos falsamente que el culto es listo. Y confundimos, para más inri, "culto" con "académico". Ahí tenéis las definiciones, para que las consultéis. So vagos. Porque encima, el que no se cultiva no es porque no tenga medios materiales, motivaciones o tiempo, es porque es vago o maleante, y prefiere hacer otras cosas. Esta es por supuesto una mentira a medias.

En el programa de la Sexta El Intermedio hacen a veces esa sección que me exaspera e interesa por igual: "Barrio rico, barrio obrero" -lo de "barrio pobre" parece ser que era demasiado políticamente incorrecto- y una vez preguntaron sobre el trabajo de los hijos, y uno del barrio rico dijo que todos sus hijos trabajaban porque se había molestado en darles una buena educación, mientras que otros padres no se preocupan de la educación de sus hijos. Y se quedó tan ancho. Ignora tal vez este loable caballero factores como la comida y el techo por delante, o que los hijos han de trabajar para ayudar a sus familias en quiebra. Pero aquí cada cual a su egocentrismo.

Minuto 4:10-4:20


Volvemos a los académicos listos. Hace poco se montaba un revuelo tremendo porque un recién ingresado a la RAE decía que la alcaldesa Ada Colau tendría que estar vendiendo pescado. Muchos han tomado esta afirmación con no poco sentimiento de indignación. La mayoría le han acusado de machismo. En realidad, la perlita es más clasista que machista, pero lo mismo da, hoy de lo que quiero hablar es del sentimiento de inferioridad moral de los no-académicos y del de superioridad de los académicos.

Hablaban al día siguiente en Al Rojo Vivo -sí, veo la Sexta la mayoría de las veces, aunque sea neoliberalista lo es menos que el resto de las cadenas- sobre las declaraciones de este señor y, tras tacharlas de "desafortunadas", remarcaban con insistencia que éstas no demolían la brillante carrera de quien las había pronunciado, que era un estudioso muy respetado y con muy buenas obras en su trayectoria.

¿Y?

Voy a haceros un descubrimiento que igual os deja helados. Agarraos a los reposabrazos de la silla.

Ser académico no te hace más listo. 


Wow. Respirad hondo. Tomaos un momento para asimilarlo. ¿Ya? No, no tranquilo. Tómate tu tiempo, porque aún hay más.

 Imagen zen de relajación, para ayudaros a calmaros.

¿Preparado? ¿Seguro? Ahí voy:

Ser académico no te hace moralmente superior.

Ser más listo tampoco.

¿Cómooooo? Sí, sí, lo sé. Es mucho para procesar en un solo artículo. Es normal si sientes que los cimientos de tu vida se tambalean bajo tus pies. Querrás pruebas. Tranquilo. Mantén la mente abierta. Ahora piensa en ese iletrado, ese analfabeto o casi, que todos conocemos alguno, o al menos hemos oído hablar de él, que sin embargo es un trozo de pan. Buena persona, pero bueno de esto que dices "de bueno pareces tonto, hijo". Eso desmonta automáticamente la falacia. Pero seguro que también sabes que hay listos con muchas carreras que son unos hijos de la gran puta. Por ejemplo, el evasor de impuestos que sabe, perfectamente, que los millones que no paga a hacienda van a repercutir en los servicios ofrecidos a los ciudadanos más desfavorecidos y tiene un plan tela de complicado (o piensa en quien lo haya urdido, para tales fines sin duda) para no pagar un duro.

Ser listo no es sinónimo de ser buena gente. Y por supuesto ser académico no es sinónimo de ser listo. Ni todos los académicos son unos lumbreras ni todos los lumbreras son académicos. Hay mucha gente con potencial que se queda en la cuneta y mucho "enchufado" que se lleva el título sin capacidades (o copiando, como ciertos ministros alemanes ¿verdad?). Así que he aquí esta verdad incómoda. Estudiar y tener reconocimiento no es sinónimo de ser un ente digno de idolatría.

Hay un personaje en un libro mío que dice: "Los poderosos sólo lo somos porque vosotros creéis que los somos". Con la élite intelectual pasa un poco lo mismo. Ellos, como todo egocéntrico, a menudo se piensan que son más que los demás, y nosotros, que nos vemos chiquitos a su lado porque no sabemos de astrofísica o frases famosas que no sean de Coelho, alimentamos esa falsa creencia, inflando su ego y convirtiéndolos en creadores de verdades que de verdades tienen poco. Renunciamos a nuestro buen juicio, a nuestra capacidad crítica, para entregarles a ellos, más sabios, la obligación y el derecho de cuestionamiento generalizado. Es decir, nos creemos lo que nos digan, aunque sea una soberana estupidez.

Es cierto que a un académico de la lengua un iletrado tiene que escuchar lo que dice sobre lingüística, pero es absurdo que ampliemos ese conocimiento a todos los campos. Dígale usted al universitario de clase alta que no ha cuidado una maceta en su vida que mantenga un huerto. Verá cómo el campesino más analfabeto lo hace mejor.

Pues bien, con la ética pasa algo parecido. No es que los académicos no conozcan el campo de la ética, es que cualquiera en sociedad lo conoce. Todos. Sí, hasta los pescaderos, friegasuelos y camareros. Todos. Tú también. La conoces tanto como el académico y, por supuesto, tienes tus propias teorías al respecto. Así que deja de asumir que él, el que ha estudiado mucho, entiende más de moralidad que tú.

Se critican las palabras del académico con la boca chica para luego abrirla bien encumbrando sus conocimientos "Sí, un patinazo, pero eso no borra toda su loable carrera".

Y una mierda.

¿Tenemos que admirar a alguien que es muy estudioso o muy inteligente cuando es un jodido cabrón? Y no hablo del académico de la lengua que ha dicho eso sobre Colau, hablo en general. "Oh, sí, Hitler era un gran estadista. Y le gustaban los perros". Ah, estupendo, alabémosle todos. ¿No veis lo absurdo de esta forma de pensar? Cualquier capacidad que tengas, física o mental, no te exime ni es atenuante en un juicio de valor. Así que dejaos ya de estupideces y de avergonzaros, si el fulano es un inmoral, lo es, aunque sea un inmoral con muchos títulos y entrevistas a sus espaldas. Sacudíos de una vez esa inferioridad.

El clasismo en el que se enmarcan las palabras del académico a Colau son una bravuconada propia de quien se considera superior. Y es de sabios ser humilde pero, joder, también es muy difícil, así que no se lo toméis en cuenta. En cambio, cuestionadle, no como lingüista, sino como persona, porque igual que medimos sus capacidades y logros en un campo, hemos de hacerlo en otro diferente sin confundir una lid con otra.

En resumen, sentíos libres de decir: "Será muy listo, pero es una mala persona".