domingo, 23 de agosto de 2015

Tsipras: ¿El antihéroe rojo?


Ha habido dos posicionamientos claros en política ante el anuncio de dimisión del actual presidente griego. Por un lado, tenemos a los partidos clásicos y Ciudadanos explicándonos a todos este paradigma del populismo y la irresponsabilidad; y por otro lado tenemos a Podemos e IU alabando el valor de un gobernante que se somete a las urnas, la elección del pueblo, ya que su capacidad de maniobra no le ha permitido cumplir con su programa electoral.


Bueno, a los partidos liberalistas (PP, PSOE y Ciudadanos) no les gusta Tsipras, nunca les ha gustado, por razones obvias. Y todo lo que haga está mal hecho. Si tiene un programa "irrealizable", por engañar al pueblo; si convoca referéndum, por convocarlo; si dimite, por irresponsable; y, si no dimitiera, seguro que le acusarían (con todo descaro) de estafar al pueblo griego por no cumplir su programa.


Todo esto es normal.


Después tenemos el ala izquierda de la política que, lógicamente, se siente afín a Tsipras. Lo que ya no es, quizás, tan lógico, es la oda hacia su persona. Sólo les falta pintarle con capa en una cueva. Y es que no pueden tacharle de héroe, porque los héroes ganan y lo hacen bien. Los antihéroes, en cambio, cometen fallos, tienen defectos y a menudo pierden.


¿Qué menos se le puede exigir a un político que no cumple su compromiso por el que los ciudadanos le han votado que su dimisión inmediata? ¿Es esto una heroicidad? ¿Una muestra de valor?


El debate se debería ver intensificado cuando una parte de Syriza se escinde para formar un partido más a la izquierda. Asombrosamente, ningún partido de izquierdas parece especialmente interesado este "nieto" de la indignación ciudadana. Desde Podemos se ha dicho que es anti-europeista, básicamente, y como tal no pueden posicionarse cerca de él.


Dicho partido parece haber sido relativamente mejor recibido por el pueblo griego, que anda hasta las pelotas de los dictámenes de Europa y sus acreedores. Aún así, las encuestas auguran una nueva victoria de Tsipras.


Tsipras, ese gran gobernante que incumple su programa, firma un nuevo rescate y ya luego pues dimite. Hay que dejar las cosas atadas. Tsipras, el que convoca un referéndum popular para luego pasarse la opinión de todo el pueblo por donde tú sabes.


¿Qué lleva a un pueblo a valorar positivamente a un presidente que no ha hecho aquello para lo que fue votado (y refrendado)? Pues, posiblemente, el miedo y el hastío. Este presidente, al menos, ha plantado cara a Europa y le ha puesto las cosas difíciles. Sólo un ratito, pero algo es algo. ¿Y quién sabe qué harán los nuevos? ¿Y si hacen lo mismo? ¿Y si no lo hacen y al salir de Europa/el Euro nos arruinamos?


Es la misma respuesta que un niño displicente da a sus padres cuando ve una injusticia: Si chilla le reñirán, así que mejor poner morros y mala cara para mostrar su descontento sin ganarse un castigo.


El pueblo, aún, se considera menor de edad en muchas de estas nuestras democracia occidentales, y lo peor es que esto se ve reafirmado por el empeño de nuestros políticos en que lo creamos. Frases como "las urnas son peligrosas a veces", "el gobierno tiene que hacer un ejercicio de responsabilidad aunque el pueblo no lo entienda", "para eso elegimos gobernantes, para que traten las cuestiones de las que nosotros no sabemos" y un largo etc. se repite machaconamente en nuestros oídos por parte de muchos dirigentes. Y tales planteamientos no solo son retrógrados, sino peligrosos. Ese tipo de comentarios bien puede proferirlos cualquier dictador salvapatrias.


En conclusión, debemos plantearnos si de verdad somos infantes en esto de la política o tenemos el derecho y deber de empezar a implicarnos en la política con cabeza, exigir nuestro grado de responsabilidad y tomar las riendas de nuestra sociedad.