martes, 15 de diciembre de 2015

Rojos machistas que no saben que son machistas




Hoy voy a aprovechar el patinazo electoral (porque el resto de los partidos han sabido comerse a Ciudadanos por lo que dijeron, no porque la medida no sea atractiva para atraer ciertos votantes) de Marta Rivera para poner sobre la mesa una cuestión incómoda. Hay rojos machistas, igual que hay rojos racistas, xenófobos, etc. Esto es un hecho, y quien no lo vea es porque no quiere verlo.

Sin embargo, a menudo los rojos machistas o racistas no se consideran tales cosas. La razón es que el machismo, igual que el racismo, es un postura que choca con los principios de la izquierda, y por tanto considerarse machistas sería aceptar no sólo que tienen en común principios con la derecha, sino que además caerían en una incongruencia con la propia esencia de la izquierda.

Para entender esto hace falta tener una visión clara de lo que la izquierda y la derecha defienden en base. Es algo largo de contar y algún día haré un video o un artículo al respecto, pero para lo que nos ocupa baste decir que la derecha, por cuestiones prácticas, prefiere un sistema jerarquizado socialmente, de modo que quien tiene el poder pueda manejarlo con comodidad, lo cual en principio puede beneficiar por su estabilidad a la sociedad en su conjunto; mientras que la izquierda defiende la inclusión de todos por igual porque se pretende el poder de la unidad como defensa a un sistema jerarquizado y, por tanto, cuantos más se sientan amparados dentro de esta unidad más fuerte será en sí la unidad.

Por poner un ejemplo que se entienda: Desde el punto de vista de la izquierda, en una fábrica es mejor defender no solo los derechos de los trabajadores blancos, sino también los de los negros, de modo que todos se sumen a la huelga y esta sea más efectiva.

Así pues, la izquierda trata de abarcar a todo el mundo(lo que en no pocas ocasiones causa quebraderos de cabeza) mientras que la derecha prefiere tener a los grupos divididos para una mayor estabilidad, como una caja de herramientas bien ordenada.

Bien, entendido esto, ¿por qué hay rojos machistas? Bueno, en primer lugar por la educación que recibimos. Tenemos una herencia tremenda de machismo que cargamos social e históricamente a nuestras espaldas. En segundo lugar están las religiones, que tampoco es que ayuden. Por último hay que tener en cuenta las vivencias personales de cada individuo que refuerzan posturas sociales que de otro modo serían rechazadas, por ejemplo el hombre que ha salido con una mujer que le ha sacado dinero vuelve la vista a ese discurso social tan arraigado de que las mujeres son unas cazafortunas, cosa que no haría si ese discurso no existiera. Otra pregunta interesante sería ¿y por qué entonces hay derechistas no machistas o incluso feministas? (sí, existen, pocos pero existen) Bueno, la explicación de esto es incluso más sencilla. El paradigma de los sistemas derechistas ha cambiado bastante con el paso del tiempo. Una parte de ellos se ha deshecho de las posturas clásicas del machismo por convicción o por conveniencia. Actualmente, los liberalistas no tienen porqué ser machistas, dado que ahora la mujer no sólo se encarga de los hijos sino que además entra a engrosar la masa laboral para los empresarios, cosa harto conveniente para quienes buscan explotar al proletariado, sobre todo cuando ellas tienen menos posibilidades de llegar a un alto cargo.

Pero, con toda esta información, volvamos al tema que nos ocupa. Rojos machistas que no se consideran machistas. Lo que desde el feminismo se ha dado en llamar "neomachismo" o "postmachismo" ha sido tremendamente eficaz en especial en el lado izquierdo del espectro político, porque ha dado base a quienes no la tenían para posicionarse de una forma más aceptable en sus conductas machistas.

En primer lugar, el neomachismo (vamos a llamarlo así) ha basado sus ataques al feminismo en, precisamente, la igualdad. En relación a lo que hablábamos antes de Marta Rivera (Ciudadanos) se exponía que la violencia intrafamiliar debía estar igualmente penada que la violencia machista. Esto supone un principio de igualdad que puede despertar algunas confusiones. Cabe decir que la violencia intrafamiliar ya está penada y ser cónyuge o equivalente tiene un agravante especifico.


Bien, se admitió el término "violencia de género" en lugar de "violencia machista", cosa que nunca debió suceder, por lo que lo primero que hay que saber es que la violencia de género es la violencia que un hombre ejerce contra una mujer por el hecho de ser mujer. Si estáis familiarizados con otros agravantes de delito, conoceréis el agravante por delito de odio, que es un agravante (no reconocido como víctima especial) que tiene que ver con odiar a una persona por lo que es, y no por otras razones (como puede motivarse el robo por falta de dinero o una pelea en una discoteca porque se ha discutido). Simplemente es intolerancia a lo que, en sí, es esa persona y al reconocimiento de sus derechos y libertades. Un agresión por motivos racistas es, per se, un delito de odio, pero como estamos tan atrasados en la legislación en cumplimiento de los tratados internacionales, no están tan protegidos como debieran. Por eso los delitos de odio están tan invisibilizados, mientras que la violencia machista, afortunadamente, ha obtenido el grado de "violencia específica" y permite ser abordada de un modo notablemente más eficaz.

"Es tan grave que un niño vea como un hombre mata a su mujer, como que vea que una mujer mata a su marido" decía Mata Rivera. Es otro de los posicionamientos más comunes. Igualar los delitos los convierte en invisibles, los pierde en un mar de otros delitos como si no hubiera un problema específico. Para que nos entendamos: Si en España mueren 1.000.000 de personas por neumonía y 100.000 por catarros comunes, decimos que 1.100.000 han muerto por problemas respiratorios, y que hay que traer tantas aspirinas como antibióticos. Pues no. Y no es que no importen esos 100.000 que han muerto por catarros comunes, es que lo que hace falta es levantar una cuarentena inmediata contra la neumonía, destinando los fondos y recursos que hagan falta para frenar la sangría principal. Eso no implica que los catarros comunes no se traten en el hospital general, pero igual hace falta un hospital especializado para la neumonía.

Esto es lo mismo. Que una mujer maltrate o mate a su marido también está penado, de igual modo que si tienes catarro vas al hospital general, pero eso no implica que no haya que tener una legislación especial para frenar la sangría de mujeres asesinadas, del mismo modo que haría falta un hospital específico para la neumonía en nuestro hipotético caso.

¿Hay tanta violencia hacia los hombres como violencia hacia las mujeres? La respuesta es clara: No. Sólo hay que mirar los datos. A nivel global, estamos hablando de que el 38% de las mujeres asesinadas (muerte violenta) muere a manos de la pareja o expareja, mientras que al contrario no llega al 4%. Es una diferencia de 34 puntos porcentuales. En España hay una relación de 54 contra 6 en 2013, es decir 5.400.000 de neumonía y 600.000 de catarro común. En años anteriores, si os interesa: 2008- 75 mujeres y 6 hombres, 2009- 55 mujeres y 10 hombres, 2010- 73mujeres y 7 hombres, 2011- 62 mujeres y 7 hombres, 2012- 52 mujeres y 3 hombres.


"Yo con esta ley lo primero que pienso es en las parejas homosexuales" decía Marta Rivera, insinuando así que una mujer que mata a su esposa o compañera del mismo sexo no está incluida, y del mismo modo un hombre a su marido o compañero. Y es así, no está incluida, tiene el agravante de parentesco, del mismo modo que cuando una mujer mata a su marido. En cualquier caso, eso que dice es porque la señora Rivera no se ha molestado en ver los datos oficiales de violencia doméstica (que los hay, por mucho que digan que no) donde se especifica el sexo del asesino además del asesinado. Los delitos de violencia doméstica en los que se ha asesinado a mujeres por sus parejas femeninas es de: 2010-0, 2011-0, 2012-0, 2013- 0. En el caso de hombres asesinados por sus parejas masculinas es de: 2010-1, 2011-2, 2012-0, 2013- 0.



"Sólo con el testimonio de la mujer se mete al marido en la cárcel" esto no lo dijo la señora Rivera, que yo sepa, pero está bien aclararlo porque es un argumento común. Informe de 2013 (el último accesible sobre violencia doméstica hasta que se pongan al día), de 54 muertas, sólo llegaron a juicio 19 antes de morir, y en sólo 4 de los casos hubo sentencia condenatoria. Parece ser que el sistema judicial no es extremadamente proteccionista con la mujer maltratada.



En general, algunos rojillos se sorprenden de estar de acuerdo con las políticas de igualdad de un partido de derechas como Ciudadanos. Bien, la razón es que, aunque no lo sepáis, sí que sois machistas.



Nota: Los datos españoles han sido obtenidos del Consejo General del Poder Judicial.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

¿Debemos votar los anarquistas?




En principio, la respuesta es sencilla, obvia: No. Para ser coherentes con nuestros ideales, para vivir de acuerdo a ellos, no debemos votar.

Sin embargo, muchos anarquistas declarados votan. ¿Por qué? Bueno, sin duda porque esta cuestión es mucho más compleja de lo que aparenta.

En primer lugar debemos entender que en una toma de decisiones no hay únicamente un factor. Por norma general, no sólo valoramos si lo que hacemos es correcto o no, sino que además nos cuestionamos la eficacia de nuestra decisión en la práctica.


Entre los abstencionistas conscientes, activos, o como quieran llamárseles, existen anarquistas que no votan por una cuestión puramente ideológica (no puedo apoyar con mi voto a un sistema en el que no creo e incluso quiero derrocar) mientras que otro tienen un posicionamiento, además, pragmático (si el número de abstencionistas se dispara, se evidenciará la ineficacia del sistema electoral como toma de decisiones popular). Aunque es cierto que se ha rebajado en muchos lugares la participación sin que actualmente ningún país se haya planteado la anarquía como un método de solucionarlo, y es de hecho una de las condiciones en las que las ideas autoritarias pueden reforzar su crecimiento, por lo que no parece una decisión muy práctica.

Abordando en primer lugar la cuestión meramente ideológica, debemos comprender que es una cuestión de principios perfectamente respetable. Cada cual estamos dispuestos a renegar de ciertas cuestiones ideológicas por pura necesidad o pragmatismo. Esta es una clave importante para el artículo. No se puede pedir a un anarquista que viva como anarquista en una democracia, igual que nos resultaría absurdo que un demócrata pusiera una urna y metiera su voto en una sociedad anarquista. La mayoría de los abstencionistas por cuestiones ideológicas utilizan el dinero, compran, reciben un salario, piden ayudas al estado, pagan sus impuestos… es decir, son parte activa de un sistema que rechazan, y lo son conscientemente, aunque les duela. Otros, por supuesto, malviven con dignidad al margen del sistema, pero la mayoría no lo hace. Así pues, los más asumen que tienen que aceptar ciertas reglas de juego para vivir en sociedad, lo que incluye hacer cosas que chocan frontalmente con su ideología.

Cada uno tiene que saber hasta qué punto y en qué sentidos está dispuesto a ceder, y aceptar que habrá quienes paguen sus impuestos y no voten, y quienes se nieguen a pagar sus impuestos y sí voten.




Respecto a los anarquistas que sí votan, existen también dos tipos: Por un lado tenemos a los anarquistas que votan porque se resignan a vivir en democracia y, por tanto, aceptan las reglas de juego. "El que vota elige amo", cierto, pero al que no vota se lo eligen otros, porque si vives dentro del sistema tendrás que aceptar las reglas de juego, como ya hemos visto antes. Mejor alguien que se acerque más a tus ideales que voten sólo los de derechas. Es un voto meramente pragmático.

Sin embargo, hay otros anarquistas que votan por una mezcla entre idealismo y pragmatismo. Se trata de intentar que los políticos permitan avanzar a la sociedad hacia un caldo de cultivo donde se puedan instalar ideas libertarias. No es cuestión de "cambiar al sistema desde dentro", sino de aprovechar las ventajas y debilidades del sistema para conducir a la sociedad hacia un punto más propicio para labrar las condiciones necesarias para la educación en ideas anarquistas.
 
Por así decirlo, si votas a por ejemplo a un partido anticlerical siendo anarquista, podrías conseguir que la Iglesia disminuya su poder, lo que siempre es una buena idea para poder sembrar ideas de liberación personal independiente de deidades y juicios de valor ajenos a la moral racional. Lo mismo si votas a un partido que apoya especialmente las empresas de organización horizontal y el ensalzamiento del poder obrero, o en contra de la competitividad globalizada y el liberalismo económico que carcome los derechos laborales. Es una forma de avanzar consciente de que no es la meta.

En definitiva: Igual que muchos renunciamos a cumplir ciertas obligaciones o leyes por cuestiones ideológicas, debemos respetar a aquellos anarquistas que no votan pero, cuidado, no dejemos en el olvido la eficacia. ¿Qué es mejor, tener un voto anarquista entre pragmático e idealista o un no-voto meramente idealista?

Dicho de otro modo: Si nos duele votar, ¿es aceptable renunciar a ese dolor meramente por comodidad con nuestra propia conciencia en detrimento de un posible avance hacia el cumplimiento de nuestros ideales?